LOS ANIMALES COMO RECURSO PARA LA EDUCACIÓN SOCIAL

Aunque hay muchísimos precedentes incluso en antiguas civilizaciones, como la griega y la romana, no fue hasta Boris Levinson, médico y psiquiatra estadounidense, basado en sus experiencias, que se remarcó la importancia del uso de animales en la psicoterapia en niños, planteando las bases de la Terapia Asistida o facilitada por Animales. A partir de ahí, la TAA comenzó a utilizarse en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Canadá, aunque en España no comienza a investigarse y aplicarse de forma más extendida hasta la década de los 90. Actualmente, ya se incluye en áreas como la educativa, siendo una herramienta muy útil desde el punto de vista de la Educación Social.

Así, desde la perspectiva del educador social, son múltiples las oportunidades que, como profesionales, nos ofrece la TAA, pues es un gran recurso educativo para potenciar el desarrollo y el crecimiento personal: hablamos ya de Terapia Educativa Asistida con Animales o TEAA.

Y es que, las ventajas que proporciona contar con un animal coterapeuta en el equipo son incontables, ya que es un facilitador incomparable en lo que a la adquisición de aprendizajes se refiere. Ello se debe al gran potencial que, en determinados aspectos, el animal incluso proporciona per se… Vamos a referirnos a los de mayor relevancia a nivel general, y que son fundamentales en la consecución de objetivos educativos, tanto en la enseñanza formal como no formal.
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Uno de los factores más influyentes en el beneficio de incorporar animales en la intervención educativa es que son una potente fuente de motivación e iniciativa. Ya de por sí, los animales son un elemento novedoso, divertido y dinamizador. Los usuarios tienden así a implicarse más en las actividades en las que participa un animal, y las realizan con agrado, pues desean interactuar con el animal coterapeuta. Incluso pueden darse movimientos, expresiones, actividades… por propia iniciativa del usuario o para responder de forma espontánea a las demandas del animal. Como afirmaba Hart (2003) “los animales también tienen la capacidad de inspirar y motivar a las personas para que emprendan actividades constructivas que no habrían realizado de otra manera”.

Gracias es esta motivación, el animal supone un reforzador de conductas nato. A través de él, podemos trabajar con el usuario ciertas conductas, hábitos, aprendizajes… deseables, que de otra manera el usuario no realizaría o lo haría a desgana. Además, podemos contar con el factor de que los animales son excelentes modeladores de comportamientos, gracias a dicha motivación natural que supone el animal en sí. Así, conseguir los objetivos educativos, en muchas ocasiones, incluso con pacientes muy resistentes a otros tipos de intervención, podría resultarnos más rápido y sencillo.

Otro factor a tener en cuenta es que un animal refuerza la atención y la concentración, pues supone un estímulo multisensorial muy potente. Así, la mera presencia de un animal puede centrar y mantener la atención y concentración de los usuarios, lo que podemos aprovechar para lograr mayor rendimiento en la consecución de aprendizajes. Ello sucede porque el animal supone una inagotable fuente de estimulación: movimientos, contacto físico, características físicas, formas de comunicación, etc… Es así como, a través de dichos estímulos sensoriales, podemos captar y mantener la atención y concentración. Como afirma Serpell (2003), “los animales pueden inducir un estado de relajación inmediata, psicológicamente tranquilizador por el simple hecho de atraer y mantener nuestra atención” (Katcher et al., 1983).

Para concluir, resaltar únicamente de forma general algunos de los beneficios concretos probados a nivel cognitivo y educativo SONY DSCempleando TEAA, con diferentes colectivos. Así, encontramos, por ejemplo: el aumento de la atención sostenida; el mantenimiento de contacto visual, así como de la atención visual y auditiva; la mejora de la concentración; la mejora de la percepción multisensorial; la estimulación de la memoria; la estimulación del razonamiento lógico; el trabajo de conceptos como cantidades, color, tamaño, utilidad, operaciones aritméticas, lectoescritura, etc…; el incremento del vocabulario y nuevos términos; el aprendizaje y autonomía en tareas de la vida diaria: higiene, alimentación…

Se ha observado así que, a muchos niveles, es enorme el partido que podemos sacar de la TEAA en nuestra área profesional como educadores sociales. Se trata de un recurso muy valioso, siempre como complemento a las terapias tradicionales, e incluso en ocasiones, a dónde éstas en un momento dado no han podido llegar. Podemos concluir, pues, que el vínculo que se establece con el animal coterapeuta es un elemento clave a aprovechar en nuestra labor profesional, pues revierte y pueden encauzarse hacia múltiples aprendizajes, lo que haría de la TEAA una herramienta tremendamente útil para la realización de objetivos educativos concretos en el ámbito de la Educación Social. Aprovechémoslo.