Educación social e intervenciones asistidas con animales ¿Un buen tándem?
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Según la definición de la Asociación Estatal de Educación Social (ASEDES), entendemos por Educación Social, el derecho de la ciudadanía que se concreta en el reconocimiento de una profesión de carácter pedagógico, generadora de contextos educativos y acciones mediadoras y formativas, que son ámbito de competencia profesional del educador social, posibilitando:
- La incorporación del sujeto de la educación a la diversidad de las redes sociales, entendida como el desarrollo de la sociabilidad y la circulación social.
- La promoción cultural y social, entendida como apertura a nuevas posibilidades de la adquisición de bienes culturales, que amplíen las perspectivas educativas, laborales, de ocio y participación social.
Es una profesión relativamente nueva, centrada en el apoyo al individuo. En cuanto a “educación” se refiere tanto a la transmisión de valores, conocimientos y habilidades a un individuo, como al acompañamiento en el proceso de crecimiento y maduración personal. Con “social” nos referimos a todos los grupos y colectivos que conviven en una sociedad, en este caso, especialmente a los que sean más vulnerables y, por tanto, estén más expuestos a determinadas carencias y más necesitados del apoyo mencionado.
Podría abarcar desde personas pertenecientes a la tercera edad, o en riesgo de exclusión social, también personas discapacitadas, con trastorno mental… Así, entendemos que el educador social debe trabajar integrado dentro de un equipo multidisciplinar, en colaboración con otros profesionales, para diseñar intervenciones de carácter más terapéutico o actividades más educativas, en función de las necesidades específicas de cada colectivo.
Por otra parte, definimos Terapia y Educación asistida con animales (TEAA), como una intervención coordinada por un profesional de ámbito sanitario, educativo y/o social desde el marco de su profesión, en la que el animal co-terapeuta, es un elemento clave para la consecución de los objetivos planificados. Los animales intervinientes son seleccionados y entrenados para cooperar con un terapeuta, educador, trabajador social, etc. para el desarrollo de acciones terapéuticas y/o educativas que contribuyan al aprendizaje, rehabilitación o integración de un individuo o grupo determinado.
Teniendo en cuenta que las intervenciones asistidas con animales ya han demostrado ser un recurso válido para la promoción de aprendizajes en entornos educativos no formales y la dinamización comunitaria con colectivos en situación de vulnerabilidad y/o exclusión social, consideramos que esta disciplina puede ofrecer una nueva vertiente de intervención a la figura del Educador social. Así, el animal, puede mostrarse como un apoyo y un facilitador en múltiples facetas de cara a la labor de los/as Educadores/as en diferentes contextos y con diferentes colectivos.
Entre los beneficios que las Intervenciones asistidas con animales pueden aportar al ámbito de la educación social destacamos:
Los animales como Facilitadores sociales capaces de potenciar las relaciones interpersonales y competencias sociales en personas con carencias de redes de apoyo, problemas de adaptación social, en situación de exclusión etc.
Los animales como Agentes de motivación, para el cambio de valores y actitudes, para el aprendizaje de conceptos y habilidades, para la participación.
Los animales como Foco de atención que favorece una mejor transmisión de conocimientos y una disminución de la ansiedad, reactividad y mecanismos de defensa del individuo.
Los animales como Generadores de la percepción de apoyo social, sentimientos de utilidad y aportación social cuando trabajamos desde la perspectiva de ayuda mutua.
Los animales como Facilitadores de la relación de ayuda, en tanto en cuanto, establecen un clima de confianza que potencia la percepción positiva del profesional humano, en este caso del Educador Social.
En nuestra opinión, las Intervenciones asistidas con animales constituyen un ámbito profesional en el que la figura del Educador Social no solo tiene cabida, sino que resulta muy necesaria en su vertiente educativa, muy especialmente en entornos no formales, desde una perspectiva comunitaria y con colectivos en desigualdad social.
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