Asómate a las Intervenciones Asistidas con Burros

Si bien las intervenciones terapéuticas facilitadas por burros no están tan extendidas en nuestro país como las terapias asistidas con caballos, cada vez son más los profesionales y entidades que dirigen sus acciones hacia la protección de esta especie y el desarrollo de acciones en las que los burros actúan como elemento clave para la rehabilitación de personas.

Así, la asinoterapia o terapia asistida por asnos es una práctica ecuestre en la que el burro actúa como animal coterapeuta, es decir, coopera con un equipo profesional para la consecución de objetivos terapéuticos y/o educativos previamente planificados para un determinado paciente.

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En general, entre los beneficios que la asinoterapia reporta, podemos trabajar objetivos:

Emocionales: Optimiza la expresión emocional, ya que en presencia del  animal, los pacientes expresan más tanto a nivel gestual como verbal. Permite el desarrollo de sentimientos de confianza, y por lo tanto aumenta la autoestima, tanto por el vínculo que pueda desarrollarse con el burrito, como por las tareas asociadas a su manejo y cuidado. También puede ayudarnos a trabajar el control de impulsos, puesto que un animal que perciba una energía excesivamente alta o violenta, y más uno tan inteligente y sensible como el asno, puede rehuir el contacto, con lo cual el paciente tendrá que autorregularse y aprender a controlar su impulsividad si pretende trabajar con él. Otro aspecto que podemos trabajar es la relajación y disminución del estrés y la ansiedad; ya que una vez habituado el paciente al contacto con el burro, éste ofrece momentos de gran relajación, en la que incluso llegamos a percibir una disminución en la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca, relajación muscular (lo cual es fantástico para trabajar la espasticidad, si el paciente la presentara).

-Educativos y ocupacionales: Podemos trabajar desde contenidos curriculares adaptados al nivel del paciente, hasta el aprendizaje de nuevas tareas/oficios y términos relacionados con el asno y la granja. También aspectos como la atención y la memoria, que inciden directamente en el aprendizaje.

– Físicos: Podemos trabajar la motricidad y la coordinación a través de la motivación que supone el trabajo con un animal. Mediante actividades adaptadas por un profesional fisioterapeuta, e incluso sin necesidad de montarlo (paseo pie a tierra, cuidado y manejo del animal) un paciente con una problemática de movilidad reducida, puede mejorar a nivel motor, mostrando movimientos más libres e independientes, e incluso en casos de pacientes con estereotipias, reduciendo los patrones de movimiento anormales.

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La asinoterapia puede abarcar un amplio espectro de colectivos; todo depende de la calidad y versatilidad de los profesionales al frente de la terapia y de la adaptación que hagan de las actividades terapéuticas. Un buen equipo profesional y multidisciplinar, será capaz de trabajar con una gran diversidad de colectivos, siempre que no haya impedimentos de causa mayor.

  • Trastornos del desarrollo.
  • Discapacidad mental, sensorial o física.
  • Enfermedad mental.
  • Trastornos emocionales (incluyendo trastornos alimentarios, adicciones, sociopatologías…).
  • Dificultades del aprendizaje y déficit de atención con hiperactividad.
  • Exclusión social

Hasta aquí, memos hablado de los objetivos y colectivos con los que trabajar, pero… ¿cuáles serían las características generales de un burrito de terapia?

Un requisito fundamental es que los burros que se eligen para llevar a cabo TAA suelen ser jóvenes y sanos (no es ético ni recomendable el trabajo con animales senior o enfermos), salvo que la rehabilitación del animal forme parte del proceso terapéutico.

Más concretamente, los burros que participan en procesos educativos y terapéuticos  se caracterizan por:

  •  Alta sociabilidad con personas.
  • Carácter equilibrado.
  • Ausencia de comportamientos que puedan suponer un riesgo para los pacientes (tendencia a morder, cocear, conflictividad con otros burros, etc)
  • Y sobre todo, confianza en el ser humano.

También es posible incorporar programas terapéuticos en contextos de protección cuya finalidad es doble, contribuir a la rehabilitación de personas a partir de la rehabilitación de los burros rescatados de situaciones de maltrato y abandono.  Y es que, aunque hayan tenido una vida complicada, este animal es tan noble, que resulta, a pesar de las adversidades vividas, un fantástico aliado, dándonos una de las más hermosas lecciones que podamos aprender: es posible volver a empezar y partir de cero.

De hecho, muchos burritos que colaboran en terapia lo hacen desde santuarios, en los cuáles ahora viven felices y libres, después de ser rescatados de entornos y vidas miserables. Tenemos muchos ejemplos en EEUU, Reino Unido, Italia… Esperamos que este tipo de iniciativas puedan verse materializadas en España muy pronto.

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